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12-nov.-2025, miércoles de la 32.ª semana del T. O.

Los leprosos que en el Evangelio no vuelven a dar las gracias nos recuerdan, de hecho, que la gracia de Dios también puede alcanzarnos y no encontrar respuesta...

En este nuevo amanecer tu bondad y tu misericordia nos acompañarán. Hoy te damos gracias de todo corazón por todo lo que nos regalas, especialmente por el don de la vida, el don de tu palabra que nos invita a reflexionar como está nuestro corazón.

¿Verdaderamente agradecemos y aceptamos toda la riqueza que tú nos das? Riqueza no sólo material, sino —ante todo— espiritual. Hoy nuestra meditación es pensar cómo te agradecemos a Ti y a nuestro Padre celestial por lo que somos y tenemos. 

Lo diez leprosos te suplican y con tu bondad les diriges a los sacerdotes y mientras iban de camino, quedaron limpios. La lección de vida nos la muestras con un extranjero: ser agradecido. No parece tarea fácil, solo hay uno que es consciente de ser sanado y salvado, que vuelve gritando, lleno de gozo y alegría y se postra ante Ti reconociéndote como su Señor. A su vez, Tú le das la gracia de ser reconocido en su fe y que por ella le invitas a ponerse de pie: «Levántate, vete, tu fe te ha salvado». Él se va, siendo un hombre transformado, no solo físicamente limpio de su enfermedad, sino transformado en su corazón. Ayúdanos, Señor, a comprender que muchas veces tenemos en nosotros la enfermedad de la lepra y que tenemos necesidad de que Tú nos cures; nuestra súplica es: ten compasión de nosotros, límpianos y purifícanos para que te demos gracias por tu amor y tu bondad. Amén. 

Un muy feliz, purificado y agradecido miércoles, lleno de bendiciones. 

PALABRAS DEL PAPA

Los leprosos que en el Evangelio no vuelven a dar las gracias nos recuerdan, de hecho, que la gracia de Dios también puede alcanzarnos y no encontrar respuesta, puede curarnos y seguir sin comprometernos. Cuidémonos, pues, de ese subir al templo que no nos lleva a seguir a Jesús. Existen formas de culto que no nos unen a los demás y nos anestesian el corazón. Entonces no vivimos verdaderos encuentros con aquellos que Dios pone en nuestro camino; no participamos, como lo hizo María, en el cambio del mundo y en la alegría del Magníficat. Cuidémonos de toda instrumentalización de la fe, que corre el riesgo de transformar a los diferentes —a menudo los pobres— en enemigos, en “leprosos” a los que hay que evitar y rechazar. (…) Queridos hermanos, en este mundo que busca la justicia y la paz, mantengamos viva la espiritualidad cristiana, (…) Hagamos de ella un motor de renovación y transformación, como pide el Jubileo, tiempo de conversión y restitución, de replanteamiento y liberación. Que María Santísima, nuestra esperanza, interceda por nosotros y nos oriente siempre hacia Jesús, el Señor crucificado. En él está la salvación para todos. (León XIV – Jubileo de la espiritualidad mariana, 12 de octubre de 2025)

ORACIÓN 

Jesús, Divino Maestro, hoy quiero volverme hacia Ti como aquel samaritano que, al verse sanado, regresó glorificando tu Nombre. Enséñame a reconocer tus milagros, aunque sean silenciosos, en cada respiración, en cada amanecer, en cada sonrisa que ilumina mis horas y segundos. Dame la gracia de saber detenerme para alabarte, aunque el mundo corra sin mirar atrás. Amén.

Reflexión del Evangelio fue escrita por Paola Treviño, consagrada del Regnum Christi.

Gran, gran, gran ejemplo nos da este samaritano, este extranjero. No es la primera vez que vemos a un samaritano en el Evangelio; ya habíamos visto a otro en aquella famosa parábola, la del buen samaritano, el único que se para a atender a un forastero herido, que estaba en el camino porque lo habían asaltado.

Y aquí una vez más, vemos a un samaritano hacer algo extraordinario. Algo nos quiere decir Jesús poniéndonos de ejemplo al samaritano, al extranjero, al forastero, y yo creo que lo que nos quiere enseñar Jesús es que aprendemos de aquellos que menos esperamos, si nos detenemos a verlo. 

Hacer un alto en nuestra vida y ver todo lo limpio, reconocer todo aquello que el Señor me regale el día de hoy, reconocer todo aquello que el Señor me ha curado, reconocer cuál es esa lepra que el Señor me ha quitado, reconocer de todo aquello que el Señor me ha llenado. Regresar, regresar la mente y el corazón y hacer memoria del corazón, hagamos memoria del corazón para contar todas esas bendiciones que el buen Dios nos ha dado. 

Hagamos memoria de la mente y del corazón para elevar nuestro corazón de gratitud a Aquél que se ha encargado de limpiarme y de curar el corazón y a ese Alguien, a ése Quien se ha encargado de llenarlo: demos gracias a Dios; saber reconocer que todo lo que soy, todo lo que tengo es gracias a Dios, y digamos gracias, y que esa gratitud se manifieste en mi estar alegre, en mi estar feliz, en ver el mundo con optimismo, lleno de esperanza.

Que esa gratitud se manifieste en la sonrisa, en la vitalidad, que esa gratitud se manifieste en el servicio, en la entrega, que esa gratitud se manifieste en que nos reconozcamos no merecedores de nada, sino agradecidos de todo y por todo. Hoy, reconocer lo bueno y lo bello que me rodea y decir gracias. 

Pregunta:

¿Reconozco las "lepras" que Jesús ha sanado en mi vida, aunque no sean visibles?

Cita bíblica del día.

"Den gracias en toda ocasión, porque esta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús para ustedes" (1 Tesalonicenses 5,18).

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.