Al iniciar este día, te damos gracias por tu bondad y tu misericordia, que nos ha despertado a una nueva ilusión, una nueva esperanza y un nuevo caminar. Lo hacemos en la alegría y la generosidad de poder servir y amar a nuestros hermanos como Tú nos sirves y nos amas. Tú conoces lo que hay en nuestros corazones. No permitas que nuestras intenciones, sean egoístas o envidiosas ya que todo lo ponemos en tus manos y a tu juicio compasivo. Por eso te pedimos que nos confirmes en la voluntad de servir con lealtad y amor a Ti y a nuestros hermanos. Para lo demás, nos ponemos en tus manos. Hoy nuestros pensamientos sean de reconocer que somos humildes siervos y que hemos hecho lo mandado: servir, amar, siendo solidarios y no esperando más recompensa que la tuya.
San Martín de Tours, a quien celebramos en este día, dio un testimonio de amor y de generosidad, demasiado grande. Durante una campaña militar, Martín cortó en dos su capa de soldado para salvar a un pobre mendigo de morir congelado. Esto nos recuerda que tenemos que reconocerte y amarte en los que no tienen con qué vestirse, en los hambrientos los sedientos, en los pobres y en los enfermos, en quienes están solos y abandonados. San Martín, que fue tu fiel servidor, nos ayude para hacer nuestro servicio con el mismo entusiasmo con el que él te sirvió. Concédenos la gracia de tu presencia y regálanos la fortaleza de tu Espíritu. Amén.
Feliz y santificado inicio de labores, plenos del amor de Dios. Feliz y santificado martes.
PALABRA DEL PAPA
Jesús nos hace tomar conciencia de que, frente a Dios, nos encontramos en una situación semejante: somos siervos de Dios; no somos acreedores frente a él, sino que somos siempre deudores, porque a él le debemos todo, porque todo es un don suyo. Aceptar y hacer su voluntad es la actitud que debemos tener cada día, en cada momento de nuestra vida. Ante Dios no debemos presentarnos nunca como quien cree haber prestado un servicio y por ello merece una gran recompensa. Esta es una falsa concepción que puede nacer en todos, incluso en las personas que trabajan mucho al servicio del Señor, en la Iglesia. En cambio, debemos ser conscientes de que, en realidad, no hacemos nunca bastante por Dios. Debemos decir, como nos sugiere Jesús: «Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer» (Lc 17, 10). Esta es una actitud de humildad que nos pone verdaderamente en nuestro sitio y permite al Señor ser muy generoso con nosotros. En efecto, en otra parte del Evangelio nos promete que «se ceñirá, nos pondrá a su mesa y nos servirá» (cf. Lc 12, 37). Queridos amigos, si hacemos cada día la voluntad de Dios, con humildad, sin pretender nada de él, será Jesús mismo quien nos sirva, quien nos ayude, quien nos anime, quien nos dé fuerza y serenidad. (Benedicto XVI, Misa en el Foro Itálico de Palermo, 3 de octubre de 2010)
ORACIÓN
Señor, me postro ante Ti con gratitud en el alma por cada oportunidad que me das de servirte. Hoy quiero aprender a vivir con un corazón humilde, dispuesto a hacer el bien sin esperar recompensa. Enséñame a comprender que el verdadero amor no busca ser reconocido, sino que se entrega en silencio, como el siervo que cumple su deber con fidelidad. Amén.
Reflexión del Evangelio escrita por Juan Lara, miembro de Vivir en Cristo.
Hoy en el Evangelio, Jesús nos habla de la parábola del siervo que cumple con su deber, nos enseña sobre dos características básicas del discípulo: la actitud de servicio y la humildad. El punto central es la actitud con la que servimos. A veces pensamos que ser discípulo significa tener una posición de privilegio porque tenemos una responsabilidad en el grupo o en la Iglesia, porque somos ministros o ayudamos en la Misa del domingo. Pero debemos de aprender que no es así. El discípulo, antes que cualquier otra cosa, es un servidor, aun y cuando las jornadas sean largas y servir sea cansado, debe mantenerse en una actitud de obediencia ante aquél que tiene el cargo, sea el sacerdote, el ministro responsable, nuestros padres o nuestro jefe en la oficina.
Aprendamos a servir al prójimo gratuitamente y sin interés, aprendamos también a poner la voluntad de Dios antes que nuestros propios deseos: el descanso, la comodidad, nuestros planes. Al igual que el siervo de la parábola, nuestra agenda no puede estar por encima del amo. Si Dios te llama a una tarea, hazla en el momento.
Pregunta:
¿Estoy dispuesto a servir incluso cuando nadie lo agradece?
Cita bíblica del día.
«Todo lo que hagan, háganlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres» (Colosenses 3,23)
