NATURALEZA
La Eucaristía es centro, fuente y culmen de la vida cristiana y de la Iglesia, es el sacramento en el cual bajo las especies de pan y vino, Jesucristo se halla verdadera, real y substancialmente presente, con su cuerpo, su sangre. Se le llama el “sacramento por excelencia”, porque en él se encuentra Cristo presente, quien es fuente de todas las gracias. Así todos los sacramentos tienden o tienen como fin la Eucaristía.
ELEMENTOS FUNDANTES
1. Es el Banquete del Señor porque es la Cena que Cristo celebró con sus apóstoles, en el Cenáculo, justo antes de comenzar la pasión (Cfr. 1 Col 11, 20).
2. Fracción del pan porque este rito fue el que utilizó Jesús cuando bendecía y distribuía el pan, sobre todo en la Última Cena. Los discípulos de Emaús lo reconocieron, después de la resurrección, por este gesto y los primeros cristianos llamaron de esta manera a sus asambleas eucarísticas (Cfr. Mt 26, 25; Lucas 24, 13-35; Hechos 2, 42-46). Es asamblea eucarística porque se celebra en la asamblea, reunión, de los fieles.
4. Santo sacrificio, porque se actualiza el sacrificio de Cristo. Es memorial de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Comunión, porque es la unión íntima con Cristo que nos hace partícipes de su Cuerpo y de su Sangre.
INSTITUCIÓN
En el Antiguo Testamento encontramos varias pre figuraciones de este sacramento, como son:
El maná, con que se alimentó el pueblo de Israel durante su peregrinar por el desierto (Ex 16).
El sacrificio de Melquisedec, sacerdote, que en acción de gracias por la victoria de Abraham, ofrece pan y vino (Cfr. Gen 14, 18).
El sacrificio del cordero pascual, que libró de la muerte al pueblo de Israel, en Egipto (Cfr. Ex 12).
“Yo soy el pan de vida” El mismo Cristo, después de la multiplicación de los panes, profetiza su presencia real, corporal y sustancial, en Cafarnaúm, cuando dice: "Si uno come de este pan vivirá para siempre, pues el pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo” (Jn 6, 32-34;51).
Cristo, sabiendo que había llegado su “hora”, después de lavar los pies a sus apóstoles y de darles el mandamiento del amor, instituye este sacramento el Jueves Santo, en la Última Cena (Mt 26, 26 -28; Mc 14, 22 -25; Lc 22, 19 - 20). Todo esto con el fin de quedarse entre los hombres, de nunca separarse de los suyos y hacerlos partícipes de su Pasión.
Cristo deja el mandato de celebrar el Sacramento de la Eucaristía, dice que hay que comer y beber su sangre para poder salvarnos. (Jn 6, 54).
El mandato de Cristo de: “Hacer esto en memoria mía”, fue tan contundente que, desde los inicios, los primeros cristianos se reunían para celebrar “la fracción del pan”, pasando a hacer parte, junto con el Bautismo, del rito propio de los cristianos. Ellos nunca dudaron de la presencia real de Cristo en el pan.