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Un hombre que esperaba todo de Dios

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La virtud de la esperanza, tal como señalan muchos que conocieron a monseñor Ismael Perdomo, era una de sus virtudes distintivas y características. 

Veinte años más tarde se dedicará con todas sus fuerzas a servir a Dios en la arquidiócesis de Bogotá y, como Primado de Colombia, buscará siempre dar cohesión a una iglesia perseguida y limitada en sus libertades por ideologías y gobiernos hostiles.

Ante las circunstancias adversas don Ismael jamás se desanimó, más aún animaba a todos a caminar teniendo la mirada puesta en un futuro mejor de paz y reconciliación. Esta actitud de esperanza es la que le llevaría a no dejar nunca la vida interior ni la vida pastoral, aún incluso en momentos de grandes tensiones. Monseñor Perdomo mostraba una serenidad imperturbable ante las malas noticias que venían del gobierno nacional y, como recuerda monseñor Posada, mientras el Nuncio Apostólico escapó vestido de civil, el Siervo de Dios quiso permanecer con su gente, dando ejemplo de valor y de esperanza.

Su respuesta al odio sería el amor y la entrega total sin acepción alguna: «No guardamos en nuestro pecho resentimientos para nadie. No conocemos enemigos, sino amigos. Si alguien se empeñara en ser nuestro enemigo, sería vano su intento porque al odio correspondemos con el amor y a todos, ahora como antes, serviremos cuanto podamos, sin acepción de ninguna especie» (Boletín Diocesano de Ibagué 6 [1913] 217-224). Además, un bellísimo testimonio de cómo nunca buscaría vengarse nos lo da su hermano Alfonso al decir que jamás notó en él ninguna actitud de venganza y, aún dándose cuenta de los problemas y de la oposición, decía que había que confiar en la Divina Providencia.

En 1948, cuando incendiaron el palacio episcopal, destruyendo así los archivos y dispersando todos sus objetos personales nuestro Venerable dijo: «Todo lo hemos perdido menos la confianza en Dios». Ejercitó una esperanza ejemplar en su grave enfermedad y agonía, abandonándose en las manos de Dios y, como señalan los testigos, el deseo del cielo sería el motor secreto de su existencia. Ese «esperar en Dios» fue el que le animó a vivir, trabajar, sufrir y morir en él. 

Salvador Aguilera López (Presbítero de la Archidiócesis de Toledo, España, y actual Postulador de la Causa de Canonización del Venerable Ismael Perdomo).

Para contextualizar, encuentre a continuación el primer artículo:

El Venerable Ismael Perdomo (I) Un hombre perfectamente modelado por el amor de Cristo

La virtud de la esperanza, tal como señalan muchos que conocieron a monseñor Ismael Perdomo, era una de sus virtude
Autor:
Salvador Aguilera López, Pbro.