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¿PORQUÉ EL VOLUNTARIADO?

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El tema del voluntariado es un tema del que se ha hablado muchísimo en los últimos tiempos.

El tema del voluntariado es un tema del que se ha hablado muchísimo en los últimos tiempos. Se han dado diversas opiniones y perspectivas que reflejan una multitud de visiones y posturas ante este fenómeno.

Más allá del debate, que ciertamente permanece abierto, podemos decir que el voluntariado es inequívocamente, un signo de los tiempos y que, los voluntarios, en palabras de Juan Pablo II constituyen un “«ejército» de paz difundido en todas las partes de la tierra, y un signo de esperanza para nuestros tiempos.”

El voluntariado como virtud es una realidad que sin lugar a dudas ha existido siempre, desde que el hombre es hombre y por lo tanto sujeto moral.

Sin embargo, quizás a partir de la década de los años sesenta del siglo pasado el voluntariado como fenómeno y como inquietud cultural ha venido creciendo vertiginosamente y ha ido asumiendo una identidad particular. Podríamos decir que el fenómeno del voluntariado ha ido asumiendo un conjunto de características peculiares y específicas.

Ciertamente el voluntariado no es una realidad que exista privada de una coyuntura histórica y cultural. Nada de eso. El voluntariado es fruto de una perspectiva de la realidad. Esta perspectiva nos remonta al fascinante tema de la cultura y su naturaleza.

Podemos decir además que el voluntariado es hasta cierto punto expresión de cómo una cultura se entiende a sí misma. Es decir, hasta cierto punto los valores que una cultura transmite son, los valores que llevan al compromiso de mucha gente generosa y de buena voluntad. Por lo tanto, de lo dicho podemos concluir que el tema del voluntariado es en el fondo el tema de la cultura. El debate en torno a la naturaleza del voluntariado expresa el debate en torno a la naturaleza de la cultura. Incluso podremos decir que, si bien el voluntariado es expresión de la cultura, la cultura a la vez es a la vez, expresión de la antropología, es decir de lo que entendemos del hombre, de su valor y destino.  Ahora bien, me parece nos corresponde reflexionar en torno a la naturaleza del voluntariado. ¿Qué es el voluntariado? ¿Qué refleja? ¿Por qué vemos hoy en día una conciencia creciente de hacer trabajo voluntario? ¿Por qué se ha puesto de moda en algunos sectores hacer trabajo voluntario? ¿Por qué hoy en día el trabajo comunal o el servicio social (diversos rostros de voluntariado) son requisito indispensable en muchos centros de estudios para aspirar a terminar el ciclo de formación? etc., etc.

Podemos decir además que el voluntariado es hasta cierto punto expresión de cómo una cultura se entiende a sí misma. Es decir, hasta cierto punto los valores que una cultura transmite son, los valores que llevan al compromiso de mucha gente generosa y de buena voluntad. Por lo tanto, de lo dicho podemos concluir que el tema del voluntariado es en el fondo el tema de la cultura. El debate en torno a la naturaleza del voluntariado expresa el debate en torno a la naturaleza de la cultura. Incluso podremos decir que, si bien el voluntariado es expresión de la cultura, la cultura a la vez es a la vez, expresión de la antropología, es decir de lo que entendemos del hombre, de su valor y destino.  Por tanto, si la cultura es expresión de una comprensión antropológica de la persona misma el voluntariado al ser un rostro concreto de una cultura determinada reflejará el modo en que el hombre se comprende a sí mismo, comprende su entorno, y expresa sus motivaciones y orientaciones.

En el mundo occidental post moderno, son muchas las iniciativas que son promovidas por diversos sectores de la sociedad. Sin embargo, es importante señalar que no todas estas iniciativas de voluntariado responden a una recta comprensión de Dios, de la persona humana, del mundo, y en general del universo de la creación.

Quizás resulten tremendamente sugerentes las palabras del Cardenal Martino en la presentación del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia: “Transformar la realidad social con la fuerza del Evangelio, testimoniada por mujeres y hombres fieles a Jesucristo, ha sido siempre un desafío y lo es aún, al inicio del tercer milenio de la era cristiana. El anuncio de Jesucristo, “buena nueva” de salvación, de amor, de justicia y de paz, no encuentra fácil acogida en el mundo de hoy, todavía devastado por guerras, miseria e injusticias; es precisamente por esto que el hombre de nuestro tiempo tiene más que nunca necesidad del Evangelio: de la fe que salva, de la esperanza que ilumina, de la caridad que ama”.

Nuestra perspectiva pretende pues dejarse iluminar por la luz de la fe, dado que creemos que ella es la única visión capaz de permitirnos profundizar en la verdad del ser humano y por lo tanto también de la cultura. Por ello y también desde la convicción de que ninguna realidad, legítimamente humana, le es ajena a la Iglesia creemos que la Iglesia no puede no hacerse eco de las diversas voces particulares que promueven proyectos de diversa naturaleza que manifiestan una sensibilidad que se hace eco de los diversos desafíos que debe enfrentar la sociedad contemporánea y que son legítimamente humanos.  Creemos que el fenómeno mismo del voluntariado merece una lectura exhaustiva en clave cristiana. Por eso en el fondo el tema del voluntariado es en parte el tema de la cultura. Podríamos decir además que una manera de medir la vitalidad, fortaleza y hasta salud mental de una cultura son las iniciativas voluntarias que se organizan en orden a conseguir fines de diversa naturaleza.

El voluntariado desde la perspectiva cristiana nos ofrece una riqueza única e irrepetible que vale la pena conocer a fondo. La fe y el Evangelio, tienen sin la menor duda muchísimo que decirnos sobre este tema tan interesante y sobre todo tan necesitado de recta iluminación.

Fuente: Centro de Dimensión Social de la Evangelización, Vicaria de la Evangelización