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Biografía de Santa Bibiana

Santa Bibiana

Conoce la historia de Santa Bibiana, nuestra patrona

La familia de Santa Bibiana era noble y había acogido el Evangelio. Su padre, Flaviano, fue prefecto de Roma. Su madre, Dafrosa, fue una matrona de gran ascendencia. Su hermana, Demetria, creció con Bibiana en el ambiente de una intensa fe y vivieron en el amor hacia los más pobres, bajo el cariño y el reconocimiento de toda la comunidad.

Después de que el emperador Constantino proclamó la libertad religiosa a los cristianos mediante el Edicto de Milán (313), vino de nuevo la persecución por parte del emperador Julián el apóstata (331-363). El sucesor de Flaviano, un pagano de nombre Aproniano, lo envió al exilio por envidia y provocó su muerte el 22 de Diciembre de 361. Luego, después de varias solicitudes para que Dafrosa, Bibiana y Demetria renegaran de la fe cristiana, Aproniano hizo arrestar a la madre, a quien mandó decapitar el 6 de enero de 362.

Después de cinco meses y bajo la presión para que las dos huérfanas sacrificaran a los dioses, ante la presencia de Aproniano, murió Demetria en brazos de Bibiana.

Con diabólica astucia, Aproniano puso a Bibiana en el peligro de la tentación continua, confiándola a Rufina, una matrona, para que, por todos los medios, corrompiera a la joven. Pero, siendo inútil toda táctica, la recondujo ante el cruel tirano. Aproniano, irritado por la firmeza de la joven de quince años, ordenó que fuera flagelada con cuerdas de plomo hasta su muerte. Era el 2 de Diciembre de 362. Por este motivo, su fiesta patronal es el 2 de Diciembre.

 

 Oración a Santa Bibiana

 

Padre misericordioso y eterno,

que concediste a Santa Bibiana, virgen y mártir,

la fe necesaria para derramar su sangre por tu Hijo,

la caridad auténtica para dar amor y cristiana sepultura de los más necesitados, el valor y la fortaleza cristiana para convivir y socorrer a los enfermos,

y el sacrificio y la humildad para soportar violencia,

humillación y duros tormentos,

concédenos la ayuda para enfrentar las dificultades que nos humillan y oprimen,

el valor y la fuerza necesaria para enfrentar con valentía esos momentos adversos.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,

que vive y reina, en la unidad del Espíritu Santo

y eres Dios por los siglos de los siglos.

Amén.